Cuando, al día siguiente, llegué a Sevilla, supe que si tú te hubieras quedado vagando por algún lugar de este mundo sería en aquella ciudad, hecha de piedras vivientes, de palpitaciones secretas. Había en ella un algo humano, una respiración, un hondo suspiro contenido. Y los habitantes que albergaba parecían emanados de ella, modelados por sus manos milenarias. En un barrio umbrío, donde los cegadores rayos de sol entraban tamizados por las sombras, se hallaba tu casa, construida según antigua usanza, hecha de materiales nobles y gastados por el paso de tantas vidas como te habían antecedido en ella. Tenía dos plantas y un patio central pavimentado con losas de mármol. El murmullo del agua que corría por la fuente me obligó a detenerme
Me
legentem domus descriptionem aurea refrigerans invasit cum tempus
aestivum et callidissimum etiam in septiembre maneret. Si mihi
permissum est objiectare aliquid, suspiratus reconditus in suis
muris nimis topicus mihi videtur .
El sur, Adelaida García Morales, pág 40
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