Lo mismo hicieron Vivaldo y su compañero, y don Quijote se despidió de sus anfitriones y de los caminantes, que le rogaron se viniese con ellos a Sevilla, por ser lugar tan acomodado a hallar aventuras, que en cada calle y tras cada esquina se ofrecen más que en otro alguno. Don Quijote les agradeció el consejo y el ánimo que mostraban de hacerle merced, y dijo que de momento no quería ni debía ir a Sevilla, hasta no haber despejado todas aquellas sierras de ladrones malandrines, de las que era fama que estaban todas llenas.
Tristis Figurae Eques , comitibus auditis,decidit non proficisci Hispalim, quoad haec vicinitas improbis et maleficis liberaretur. Fama nota erat quantum facinorum et portentorum viae et anguli Hispalis contineant. Sed primum erat ante secundum