Entre aquellos cuadros había una copia bastante fiel y muy discretamente comprendida del célebre cuadro de Murillo ‘San Juan de Dios’, del Hospital de incurables de Sevilla. A la señora de pueblo le llamó la atención la cabeza del santo, que desde que se ve una vez no se olvida
Quamquam pictorum manus sublimes agunt plenae arte mystica, nos, plebs in terram colligata, sanctam faciem similem nostri vicini qui procul a divinitate est, videmus
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