Otro de los bares a los que solía acudir con cierta regularidad era el Giralda, en la calle Mateos Gago. Aunque hoy se ha convertido en un local abarrotado y ruidoso, en aquella época era un café apacible, frecuentado por jugadores de dominó y pensionistas soñolientos. Creo que elegí ese café porque quedaba a la entrada del barrio de Santa Cruz, por donde entonces me gustaba perderme, si bien luego sustituí esa preferencia por otra más juiciosa: la de la Judería, entre Santa María la Blana y la Casa de Pilatos, un enclave urbano mucho menos emperifollado y bastante más legítimo que el de Santa Cruz
Tiempo de guerras perdidas, Anagrma, pág 217
Primum
Eques Bonaldus celebrare tabernam Giraldam solebat. Hic locus
amoenus et situs ad Sanctae Crucis vicum ubi amabat
deambulare otiose, dictus erat. Deinde, rebus mutatis, alteram
tabernam proximam Judaeorum vico quaesivit quoniam dictus
vicus videbatur minus exornatus et magis institutus
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