viernes, 15 de abril de 2016

TODO LO QUE HAY, JAMES SALTER

Fueron un día a Toledo y luego continuaron hasta Sevilla, donde el verano se demora y la voz de la ciudad, como dijo el poeta, arranca lágrimas. Pasearon por callejas ceñidas de altos muros, ella con tacones y con los hombros desnudos, y se detuvieron en una penumbra silenciosa cuando sonaron unos profundos acordes de guitarra. También el aire calló. Lentos acordes ominosos, el guitarrista severamente quieto hasta que una mujer antes inadvertida que estaba sentada junto a él levantó los brazos y comenzóa batir palmas como disparos para gritar luego con furia una sola palabra: “¡Dale!”Jaleaba una y otra vez al guitarrista, “¡Dale!”. Y entonces empezó a entonar,a salmodiar, un conjuro, porque no estaba cantando, recitaba lo que siempre se ha sabido, repetía acompañada por el tambor hipnótico e infinito de la guitarra: la seguiriya gitana, que cantó como si entregara su vida, como si estuviera convocando a la muerte. Era de Utrera, gritó, el pueblo de Perrate, el pueblo de Bernarda y Fernanda …
Sergiomumo


Postquam Salteris aliud magnum opus, Anni Lux, legi, hoc fragmentum quod topicam fabulam de muliere immodica Siaronese narrat, ridiculum mihi videtur quia aegyptianum Carmen nec nascitur nec agitur hoc modo.
Sed alio modo Carminibus Utreranis Carmina Burana comparanda sunt, assentior
Todo lo que hay, James Salter, Salamandra, pág 164